Como el Cielo supera la tierra

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La adoración a Dios, más que una canción que cantamos, es un estilo de vida.

Hay una canción que siempre estamos cantando, componiendo e interpretando. Esa canción es nuestra propia vida. Para que quede claro, nuestra vida rendida en adoración es la mejor canción con la cual podemos exaltar el nombre de nuestro Dios.

 

¿Quién se beneficia al adorar?


Normalmente, al que adoran suele beneficiarse de dicha adoración. Cuando nosotros adoramos a nuestra madre, a nuestro padre, a nuestro esposa o esposo, a nuestros amigos o a quien sea, quienes se benefician son ellos. Porque cuando adoras a alguien lo haces con tus palabras, con regalos, con actos de servicio, con cariños y hasta con canciones.


Cuando adoramos a Dios hay una gran diferencia. Esta gran diferencia es que cuando adoramos a Dios los que se benefician somos nosotros. Quienes salen mejor que como entraron somos nosotros, cuando damos a Dios nuestra adoración podemos experimentar un pedacito de cielo en la tierra.


Ten tu tiempo de adoración a Dios.


Tener tiempos de adoración a Dios es un gran privilegio al cual podemos acceder gracias a Jesús. En estos tiempos de adoración e intimidad se renuevan nuestras fuerzas, se nos revelan respuestas a nuestras vidas, refrescamos nuestro espíritu y enfocamos nuestra mente.


Para tener un gran tiempo de adoración a Dios queremos dejarte una manera en la que puedes hacerlo:


1. Letras llenas de fe / canciones compuestas por alguien más.


Cuando adoramos a Dios por medio de las canciones que han marcado la historia, canciones que fueron reveladas a alguien más pero que cuando las cantamos las sentimos extraordinariamente propias.
Adorar a Dios de esta manera es pararme en una base solida que alguien más construyó, sobre la cual puedo partir para la siguiente manera de adorar.


2. Un cántico espontáneo / con una melodía sencilla.

 

Busca cantarle a Dios lo que hay en tu corazón. Una vez que nos paramos sobre la revelación de alguien más, podemos comenzar a fluir en un cántico espontáneo, en donde abramos paso a nuestro corazón y comencemos a expresarle palabras de amor y de agradecimiento.
No tiene que ser algo complejo, solo tiene que ser honesto y propio. Y una vez que fluyo en un canto que provenga desde mi propio corazón, una vez que nos conectamos con Dios personalmente, estamos listos para la siguiente manera de
adorar.

3. Un cántico profético / Dios hablando a nuestras vidas.


Ya cantamos a Dios lo que alguien más compuso, nos paramos sobre una base firme que fue dada a otras generaciones; ya fluimos en un canto personal y espontáneo en donde derramamos nuestro corazón, ahora estamos listos para escuchar la voz de Dios…


En esta etapa de nuestro tiempo de adoración podemos profetizar sobre lo que Dios ha prometido a nuestra vida. Podemos cantar sobre lo que Dios tiene preparado para nosotros en el futuro.
Es en este momento en donde también podemos quedarnos quietos y escuchar lo que Dios quiere decirnos, disfrutar de su presencia. Hacer de los tiempos de adoración un hábito enfocará nuestras vidas en lo que
realmente importa. Establecer días y tiempos de adoración traerá gran bendición a nuestra vida y a la de nuestra familia.

 

Recuerda que los que más ganan al adorar a Dios somos nosotros.


El crear un altar de adoración en nuestra casa, en donde constantemente se escuchen cánticos llenos de fe, esperanza y amor, creará un ambiente en el cual será difícil que existan discusiones absurdas, violencia, traición y tristeza. Al contrario, hacer esto establecerá un ambiente de paz, de amor, de aceptación y de humillación.


¡Has de tu vida una canción con la cual constantemente estés adorando a Dios.

PS. JOSÉ FÉLIX JR.

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