DEVOCIONAL 21 DIAS PARA NAVIDAD

Juan capitulo #7

 

En el último día de la fiesta, el más importante, Jesús se levantó y gritó: —Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Las Escrituras dicen que del interior del que cree en mí saldrán ríos de agua viva. (Juan 7:37-38)

 

Si tuviéramos la oportunidad de cambiarle los nombres a los meses del año yo propondría que en vez de “diciembre” le llamemos “fiestas”. Diciembre es un mes de posadas, reuniones, comidas, cenas, festejos; eso sin sumar que algún familiar tuyo se le haya ocurrido nacer en diciembre, de ser así también se suman algunos cumpleaños. 

 

Regularmente en todas las fiestas se hacen los “grupitos”, los que hablan de política están en la sala, los que discuten acerca de deportes se van a la cochera, los que cuentan chistes y son muy escandalosos están fuera de la casa, por último tenemos a los que hablan de temas variados, ellos se quedan en el comedor. No se si hay una guía para esto pero es muy probable que en tu casa pase lo mismo, mismas personas y mismos lugares. En fin, imagínate por un momento lo que Jesús hizo: la fiesta más importante del año estaba sucediendo (en nuestro contexto pudiéramos decir que se trataría de noche buena), todos los grupos de personas estaban charlando su tema en particular, el ambiente era ameno, cuando de repente Jesús se pone de pié en un lugar donde todos pudieran verlo y con voz de trueno hace la siguiente afirmación, muy comprometedora por cierto:—“Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba…” Imagino que todos guardaron silencio por unos cuántos segundos, sin saber que hacer ni qué decir. Te dejaré con la intriga de como terminó la historia, para ello puedes leer a partir de Juan 7:37. Para este devocional queremos rescatar lo que Jesus nos enseña con esta acción fuera de serie. 

 

Precepto a poner en práctica:

“Hazte notar”

 

Recuerdo cuando el maestro de física preguntó lo siguiente un día en el salón de clases: ¿Quién me explica de qué se trata la segunda ley de Newton? A mi me encanta la física pero la verdad me dio pereza responder, era muy temprano y tenía un poco de sueño, entonces decidí no hacerlo. No tardó en levantar alguien más la mano. ¡Fernando! Aún recuerdo su nombre y también recuerdo su respuesta. Se aventó un discurso tan complejo y disparatado al estilo Cantinflas. Al terminar su explicación, el profesor dijo: —Muy bien Fernando, estás exento del examen final. Mientras escribo esto es inevitable revivir el enojo que sentí en ese momento. Yo pensaba: —¿Por qué no respondí? Yo lo pude haber desarrollado mucho mejor que él. Y la conclusión es que el mundo no es de quien se sabe la respuesta, es de quien se atreve a responder. No importa todo lo que sabes, importa todo lo que expresas; no importa cuántos valores y principios conoces, importa cuántos practicas. 

Lo que Jesús hace en aquella fiesta fue algo impresionante. Aprovechó el momento en donde había tanta gente para expresar una verdad absoluta, un principio que debería dejar muy claro ante muchos testigos, que él y solo él es quién saciará la sed de la humanidad, que todos los que creamos en Jesús tendremos la promesa de recibir al Espíritu Santo y que de nuestro interior corran ríos de agua viva. 

 

Manos a la obra

El día de hoy aprovecha para hacerte notar. En las pláticas que tengas con tus amigos, parientes, compañeros de trabajo; hazte notar no participando de algún chisme, al contrario, frenando ese tipo de conversaciones; hazte notar haciendo un comentario acerca de Jesús y de cómo él ha cambiado tu vida; hazte notar dando una palabra de ánimo o defendiendo un principio fundamental en el momento oportuno, y recuerda: “el mundo no es de quien se sabe la respuesta, es de quien se atreve a responder.”